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ISSN:
3073
-
1356
1
Educación emocional como herramienta para prevenir el acoso
escolar
Emotional education as a tool to prevent school bullying
Guerrero
-
Bermúdez
,
Ángel Enrique
1
*
;
Intriago
-
Giler
,
Lídice Patricia
2
;
Segovia
-
García
,
María
Solanda
3
;
Ganchozo
-
Loor
,
María Veronica
4
.
1
Investigador Independiente
,
Ecuador
,
Portoviejo
;
https://orcid.org/0009
-
0008
-
4667
-
8307
,
angelg
-
b@hotmail.com
2
Unidad
Educativa Juan Antonio Vergara Alcívar
,
Ecuador
,
Junin
;
https://orcid.org/0009
-
0000
-
7645
-
0276
,
lidice.intriago@educacion.gob.ec
3
Unidad Educativa Juan Antonio Vergara Alcívar
,
Ecuador
,
Junin
;
https://orcid.org/0009
-
0006
-
2054
-
7574
,
solanda.segovia@educacion.gob.ec
4
Unidad Educativa Francisco Antonio Daza Zambrano
,
Ecuador
,
Junin
;
https://orcid.org/0009
-
0007
-
9341
-
9968
,
veronica.ganchozo@educacion.gob.ec
*
Autor
Correspondencia
https://doi.org/10.70881/mcj/v3/n1/42
Resumen:
El estudio analiza la educación emocional como una herramienta
crucial para prevenir el acoso escolar, un fenómeno que impacta
negativamente en el desarrollo integral de los estudiantes. A través de una
revisión bibliográfica sistemática de 163 artículos i
ndexados en Scopus
(2019
-
2023), se examinan los efectos de la educación emocional en la
mejora del clima escolar, el desarrollo de competencias emocionales y la
implementación sostenible de programas educativos. Los hallazgos revelan
que la educación emoci
onal reduce los comportamientos agresivos, fomenta
la empatía y fortalece las relaciones interpersonales, promoviendo un
entorno escolar más inclusivo y seguro. Asimismo, potencia habilidades
como la autorregulación emocional, la resolución pacífica de con
flictos y la
cooperación, elementos esenciales para el bienestar y el éxito académico.
La metodología destaca la adaptabilidad de estos programas a diversos
contextos educativos y la necesidad de capacitar a los docentes en
habilidades emocionales para max
imizar su efectividad. Además, se resalta
la importancia de la colaboración entre la escuela, la familia y la comunidad
para garantizar el impacto a largo plazo. En conclusión, integrar la educación
emocional en el sistema educativo no solo previene el aco
so escolar, sino
que también contribuye a formar estudiantes resilientes, empáticos y
socialmente responsables.
Palabras clave:
educación emocional; acoso escolar; competencias
emocionales; prevención educativa; resiliencia.
Abstract:
The study analyzes emotional education as a crucial tool to prevent
bullying, a phenomenon that negatively impacts the integral development of students.
Through a systematic literature review of 163 articles indexed in Scopus (2019
-
2023),
the effects of em
otional education on the improvement of school climate, the
development of emotional competencies, and the sustainable implementation of
educational programs are examined. The findings reveal that emotional education
reduces aggressive behaviors,
fosters empathy and strengthens interpersonal
relationships, promoting a more inclusive and safe school environment. It also
enhances skills such as emotional self
-
regulation, peaceful conflict resolution and
cooperation, essential elements for well
-
being
and academic success. The
methodology highlights the adaptability of these programs to different educational
contexts and the need to train teachers in emotional skills to maximize their
effectiveness. In addition, it highlights the importance of collabor
ation between
school, family and community to ensure long
-
term impact. In conclusion, integrating
emotional education into the educational system not only prevents bullying, but also
contributes to forming resilient, empathetic and socially responsible stu
dents.
Keywords:
emotional education; bullying; emotional competencies; educational
prevention; resilience.
Cita:
Guerrero
-
Bermúdez, Ángel
E., Intriago
-
Giler, L. P., Segovia
-
García, M. S., & Ganchozo
-
Loor,
M. V. (2025). Educación
emocional como herramienta para
prevenir el acoso escolar.
Multidisciplinary Collaborative
Journal
, 3(1), 1
-
15.
https://doi.org/10.70881/mcj/v3/n
1/42
Recibido:
03
/
11
/20
24
Revisado:
10
/
12
/20
24
Aceptado:
14
/
12
/20
24
Publicado:
05
/
01
/20
25
Copyright:
© 202
5
por
los
autores
.
Este artículo es un
artículo de acceso abierto
distribuido bajo los términos y
condiciones de la
Licencia
Creative Commons, Atribución
-
NoComercial 4.0 Internacional.
(
CC
BY
-
NC
)
.
(
https://creativecommons.org/lice
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-
nc/4.0/
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1. Introducción
El acoso escolar, también conocido como bullying, representa una problemática
significativa en el ámbito educativo, impactando negativamente en el
desarrollo
integral de los estudiantes. Este fenómeno, caracterizado por conductas
agresivas, repetitivas e intencionadas, genera un desequilibrio de poder que
dificulta la defensa de las víctimas y crea un ambiente hostil dentro de las
instituciones educa
tivas (Gómez Alonso, 2014). Las consecuencias del acoso
escolar incluyen problemas emocionales, sociales y académicos en las víctimas,
además de un deterioro del clima escolar generalizado (Arce Cabrera & Palacios,
2020).
Diversos factores contribuyen a la perpetuación del acoso escolar, entre ellos la
carencia de habilidades emocionales y sociales, así como la falta de ambientes
educativos inclusivos. En este sentido, la falta de educación emocional en el
currículo limita
las capacidades de los estudiantes para gestionar sus
emociones, resolver conflictos de manera constructiva y fomentar la empatía
hacia sus pares, aspectos fundamentales para prevenir la violencia entre iguales
(Artaraz Garagalza, 2015). Asimismo, los ento
rnos educativos que no
promueven la diversidad y el respeto pueden propiciar la aparición de conductas
de acoso (Girón Barrenengoa et al., 2021).
En respuesta a esta problemática, la educación emocional se presenta como una
herramienta eficaz para la prevención del acoso escolar. Programas de
intervención como
Laguntza
han demostrado que la enseñanza de competencias
emocionales y sociales reduce significativamente los comportamientos agresivos
y mejora el clima escolar, generando entornos más seguros y propicios para el
aprendizaje (Radio Pamplona, 2024). Además, foment
ar habilidades como la
autorregulación emocional, la empatía y la resolución de co
nflictos fortalece el
desarrollo personal y social de los estudiantes, promoviendo relaciones
interpersonales saludables (Cladera Castell, 2022).
La viabilidad de implementar programas de educación emocional en contextos
escolares es alta debido a su flexibilidad y adaptabilidad. Específicamente, la
formación docente en competencias emocionales y la integración de estas
habilidades en el currículo e
scolar constituyen elementos esenciales para el éxito
de estas iniciativas (Artaraz Garagalza, 2015). De igual manera, la colaboración
activa entre las instituciones educativas, las familias y las comunidades juega un
papel crucial en el refuerzo de los ap
rendizajes socioemocionales, lo que
contribuye a la prevención efectiva del acoso escolar (Gómez Alonso, 2014).
Al
analizar, mediante una revisión bibliográfica, la eficacia de la educación
emocional como herramienta para prevenir el acoso escolar. A través del análisis
de estudios previos y programas implementados en diferentes contextos, se
pretende evaluar los resu
ltados obtenidos y proponer estrategias para su
aplicación en los sistemas educativos actuales. Este análisis busca no solo
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generar una comprensión profunda de la relación entre la educación emocional
y la reducción del acoso escolar, sino también ofrecer una guía práctica para
docentes y administradores educativos interesados en abordar esta
problemática (Arce Cabrera & Palaci
os, 2020).
L
a educación emocional constituye una estrategia clave para la prevención del
acoso escolar. Su implementación no solo fomenta un ambiente educativo
respetuoso e inclusivo, sino que también contribuye al desarrollo de estudiantes
más empáticos, resilientes
y socialmente responsables
(
Madrid
-
Gómez, K. E.,
et
.
al.
2023)
. La integración de programas de educación emocional en el sistema
educativo, acompañada de una formación adecuada del profesorado y una
colaboración interinstitucional, es esencial para mitiga
r las consecuencias del
bullying y promover una convivencia escolar armoniosa (Girón Barrenengoa et
al., 2021; Cladera Castell, 2022).
2. Materiales y Métodos
La metodología de este estudio consistió en la realización de una revisión
bibliográfica sistemática utilizando como fuente de datos la base indexada
Scopus, reconocida por su cobertura académica amplia y multidisciplinaria. El
propósito fue identificar y
analizar estudios relevantes sobre el uso de la
educación emocional como herramienta para prevenir el acoso escolar,
publicados entre los años 2019 y 2023. Este enfoque metodológico permitió
recopilar información actualizada y de alta calidad científica, a
segurando la
validez y pertinencia de los hallazgos.
El proceso inició con la definición de las palabras clave principales:
emotional
AND education
y
school AND bullying
. Estas palabras se introdujeron en el
buscador avanzado de Scopus
con los operadores booleanos mencionados,
limitando los resultados al periodo de tiempo especificado. Esta estrategia de
búsqueda generó un total de 163 documentos, los cuales se distribuyeron en
diversas áreas del conocimiento, destacándose Ciencias Soci
ales (27.4 %),
Psicología (24.5 %), Medicina (23.5 %), y otras áreas como Ciencias
Ambientales, Ciencias de la Salud, Ciencias de la Computación, y Humanidades,
lo que evidencia la naturaleza interdisciplinaria de la temática.
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Figura1
.
Distribución de documentos por área temática.
Nota:
Los artículos se clasificaron según su área de conocimiento, reflejando la transversalidad
del tema
(Autores, 2024)
.
Posteriormente, se aplicaron criterios de inclusión y exclusión para garantizar la
relevancia de los artículos seleccionados. Los criterios de inclusión contemplaron
artículos publicados en revistas indexadas, investigaciones que abordaran la
relación entr
e educación emocional y acoso escolar, y publicaciones en inglés o
español. Los criterios de exclusión se centraron en documentos que no
proporcionaran evidencia empírica o no abordaran directamente el contexto
escolar. Finalmente, se priorizó la selección
de estudios que ofrecieran
propuestas de intervención o análisis de resultados sobre el impacto de la
educación emocional en la prevención del bullying.
Una vez seleccionados los documentos, se llevó a cabo una lectura crítica y
detallada de los textos completos. Este proceso incluyó la extracción de
información clave, como objetivos, metodologías empleadas, resultados y
conclusiones. La organización de la
información permitió estructurar un análisis
temático y exhaustivo, enfatizando los aportes más relevantes y las perspectivas
prácticas para implementar programas de educación emocional en contextos
escolares. Además, se consideró la clasificación de los
artículos por áreas
temáticas para comprender el alcance multidisciplinario del fenómeno estudiado.
El enfoque metodológico adoptado garantiza un análisis riguroso, basado en
evidencia científica actualizada, y responde a la necesidad de comprender la
relación entre las competencias emocionales y la reducción de conductas
asociadas al acoso escolar. Este
procedimiento asegura la fiabilidad de los
hallazgos y su aplicabilidad en contextos educativos diversos.
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3.
Resultados
3.
1.
Impacto de la educación emocional en el clima escolar
El clima escolar es un factor determinante en el desarrollo emocional, social y
académico de los estudiantes.
L
a incorporación de programas de educación
emocional en las instituciones educativas ha demostrado ser un recurso clave
para transformar los entornos escolares en espacios de respeto, inclusión y
seguridad
(
Madrid
-
Gómez, K. E.,
et
.
al.
2023)
. Una de las principales
contribuciones de la educación emocional es la reducción significativa de
comportamientos agresivos entre los estudiantes. Campuzano
-
Ocampo et al.
(2024) señalan que el fortalecimiento de la inteligencia emocional fomenta
habilidad
es como la autorregulación emocional, lo que permite a los
estudiantes
manejar adecuadamente situaciones de frustración o conflicto. Este aprendizaje
reduce la probabilidad de que los alumnos adopten conductas disruptivas o
agresivas hacia sus pares, creando un ambiente de mayor armonía en el aula.
La mejora de las relaciones interpersonales entre los estudiantes es otro
beneficio importante de la educación emocional. Según Moya Carrera (2023), la
empatía, como una competencia emocional desarrollada a través de este
enfoque educativo, permite a los e
studiantes comprender y valorar las
emociones y perspectivas de los demás. Esto no solo disminuye los conflictos
interpersonales, sino que también fortalece las relaciones entre compañeros al
fomentar vínculos basados en la cooperación y el respeto mutuo.
Como
resultado, el clima escolar se transforma en un entorno propicio para el desarrollo
social y emocional, lo que tiene un impacto directo en la convivencia y en la
disposición de los estudiantes para participar activamente en su aprendizaje
(
Agudelo
-
Valdeleón, O. L. 2024)
.
Otro aspecto destacado es el incremento de la percepción de seguridad en el
entorno escolar, un factor esencial para el bienestar de los estudiantes. Reinoso
Molina et al. (2024) argumentan que un ambiente emocionalmente seguro
permite a los estudiantes se
ntirse protegidos y apoyados, tanto por sus
compañeros como por sus profesores. Este sentimiento de seguridad está
relacionado con la capacidad de las instituciones educativas para implementar
estrategias emocionales que minimicen el riesgo de acoso escola
r. Por ejemplo,
un entorno donde se promueva la comunicación efectiva y el respeto como
valores fundamentales disminuye las posibilidades de que se generen dinámicas
de intimidación o exclusión, incrementando así la confianza de los estudiantes
en su entor
no académico
(
Santander
-
Salmon, E. S. 2024)
.
La promoción de una convivencia basada en el respeto y la inclusión es otro de
los impactos clave de la educación emocional en el clima escolar. De acuerdo
con Campuzano
-
Ocampo et al. (2024), las estrategias de educación emocional
no solo buscan dotar a lo
s estudiantes de habilidades individuales, sino también
fortalecer los valores colectivos necesarios para una convivencia sana. En este
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contexto, la inclusión juega un papel central, ya que los estudiantes desarrollan
una mayor tolerancia hacia la diversidad, reconociendo y valorando las
diferencias individuales como una fortaleza en lugar de una amenaza
(
Ramírez
-
Solórzano, F. L., & Herrera
-
Navas, C.
D.
2024)
. Este enfoque inclusivo
contribuye a prevenir la discriminación y fomenta un clima de igualdad y justicia,
donde todos los estudiantes se sienten valorados y respetados.
Moya Carrera (2023) destaca que los programas de educación emocional no
solo benefician a los estudiantes, sino también a los docentes, quienes adquieren
herramientas para gestionar conflictos en el aula de manera más efectiva y para
modelar comportamiento
s emocionalmente saludables. Esta doble dimensión,
que involucra tanto a estudiantes como a docentes, potencia los efectos positivos
en el clima escolar al consolidar un entorno donde las emociones se reconocen
y gestionan de manera constructiva
(
Andino
-
Ja
ramillo, R. A., & Palacios
-
Soledispa, D. L. 2023)
. Este proceso, a su vez, favorece el desarrollo de
habilidades como la resolución pacífica de conflictos, que son esenciales para
construir comunidades escolares más cohesionadas y resilientes.
L
a evidencia recopilada por Reinoso Molina et al. (2024) subraya que la creación
de un clima escolar positivo a través de la educación emocional tiene un efecto
sostenible a largo plazo. Los estudiantes que desarrollan competencias
emocionales durante su et
apa escolar no solo experimentan un mayor bienestar
emocional, sino que también están mejor preparados para enfrentar desafíos en
contextos futuros, tanto académicos como personales
(
Torres
-
Roberto, M. A.
2024)
. Esto pone de manifiesto la importancia de c
onsiderar la educación
emocional no solo como una estrategia de intervención, sino como una inversión
en el desarrollo integral de los estudiantes y la mejora de la calidad educativa en
general.
La
educación emocional impacta profundamente en el clima escolar, no solo al
reducir los comportamientos agresivos y fomentar la empatía, sino también al
promover un entorno seguro, inclusivo y respetuoso. Este enfoque transforma
las dinámicas escolares, gen
erando un espacio propicio para el aprendizaje y el
desarrollo personal. Las evidencias presentadas respaldan la relevancia de
integrar programas de educación emocional en las escuelas como una estrategia
eficaz para prevenir el acoso escolar y fortalece
r la convivencia escolar desde
una perspectiva integral.
3.
2.
Efectos en el desarrollo de competencias emocionales
La educación emocional se ha consolidado como un enfoque esencial para el
desarrollo de competencias emocionales en los estudiantes, contribuyendo
significativamente a su bienestar personal, social y académico. Estas
competencias no solo permiten a los ind
ividuos gestionar sus emociones, sino
también fortalecer sus habilidades interpersonales, lo que resulta fundamental
para desenvolverse en entornos educativos y profesionales. Entre los principales
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efectos de la educación emocional se destacan la mejora en la autorregulación
emocional, el fomento de la resolución pacífica de conflictos, el incremento de la
capacidad para identificar y expresar emociones adecuadamente, y el desarrollo
de habilidades s
ociales como la asertividad y la cooperación
(
Rojas
-
Montero, M.
E.,
et
.
al.
2024
)
.
Uno de los aspectos más relevantes que promueve la educación emocional es
la mejora en la autorregulación emocional. Según Bisquerra y Pérez
-
Escoda
(2007), la autorregulación emocional se define como la capacidad de los
individuos para manejar sus emocione
s de manera adaptativa, especialmente en
situaciones de estrés o conflicto. En el contexto escolar, esta competencia es
esencial, ya que permite a los estudiantes controlar impulsos negativos que
podrían traducirse en conductas disruptivas o agresivas. Ade
más, la
autorregulación emocional favorece la concentración y el aprendizaje, ayudando
a los estudiantes a superar frustraciones y a mantener la motivación ante
desafíos académicos. Bisquerra (2011) enfatiza que esta competencia no surge
de manera espontán
ea, sino que debe ser enseñada a través de programas
estructurados de educación emocional que faciliten la introspección y la práctica
de estrategias específicas para la gestión emocional.
Otro efecto fundamental de la educación emocional es el fomento de la
resolución pacífica de conflictos. Según Bisquerra (2011), el aprendizaje de
habilidades como la negociación y la mediación es esencial para manejar
situaciones de desacuerdo entre los e
studiantes. En entornos escolares, donde
las interacciones sociales son constantes, la capacidad de resolver conflictos de
manera pacífica contribuye a reducir la violencia, fortalecer la convivencia y
generar un clima de respeto mutuo. Greenberg y Harris
(2012) subrayan que los
programas de aprendizaje socioemocional no solo dotan a los estudiantes de
herramientas para manejar conflictos dentro del aula, sino que también
promueven una cultura de colaboración y entendimiento que trasciende el ámbito
escolar
. Al aprender a abordar los desacuerdos de manera constructiva, los
estudiantes desarrollan una habilidad crítica que les acompañará durante toda
su vida.
La educación emocional también impacta positivamente en la capacidad de los
estudiantes para identificar y expresar sus emociones de manera adecuada.
Goleman (1995) señala que una de las competencias básicas de la inteligencia
emocional es el reconocimient
o de las propias emociones, lo que implica ser
consciente de cómo estas influyen en el comportamiento y en las decisiones.
Este autoconocimiento emocional no solo favorece el bienestar individual, sino
que también facilita la comunicación efectiva con los
demás. Por su parte, Saarni
(2000) destaca que la expresión adecuada de emociones es una habilidad
esencial para el desarrollo de relaciones interpersonales saludables. Cuando los
estudiantes aprenden a expresar sus sentimientos de manera clara y
respetuos
a, disminuyen los malentendidos y los conflictos derivados de una
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comunicación emocional deficiente. En este sentido, los programas de
educación emocional ayudan a los estudiantes a encontrar formas positivas de
expresar emociones como la ira, la tristeza o la alegría, fortaleciendo su
capacidad para conectar con los dem
ás de manera genuina y empática.
El desarrollo de habilidades sociales como la asertividad y la cooperación es otro
de los efectos clave de la educación emocional. Greenberg y Harris (2012)
afirman que la asertividad, entendida como la habilidad para expresar opiniones,
sentimientos y nec
esidades de manera respetuosa y sin agresividad, es
fundamental para establecer relaciones equitativas y saludables. En el contexto
escolar, la asertividad permite a los estudiantes defender sus derechos sin
menospreciar a los demás, promoviendo un entorno
de respeto mutuo. Además,
la cooperación, definida como la capacidad de trabajar en equipo para alcanzar
objetivos comunes, es una competencia que fomenta la inclusión y la solidaridad
en el aula. Según Bisquerra y Pérez
-
Escoda (2007), la cooperación no s
olo es
vital para el trabajo grupal en el ámbito académico, sino que también prepara a
los estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo laboral, donde las
dinámicas de equipo son cada vez más relevantes.
A largo plazo, el desarrollo de estas competencias emocionales tiene efectos
transformadores en la vida de los estudiantes. Según Bisquerra (2011), la
educación emocional no solo impacta en el desempeño académico y en la
convivencia escolar, sino que también contribuye a formar ciudadanos
emocionalmente competentes, capaces de enfr
entar los desafíos del siglo XXI
con resiliencia y empatía. Goleman (1995) argumenta que la inteligencia
emocional es incluso más determinante que el coeficiente intelectual para
alcanzar el éxito en la vida, ya que permite a los individuos construir relac
iones
significativas, adaptarse al cambio y mantener el equilibrio emocional en
situaciones complejas.
L
os efectos de la educación emocional en el desarrollo de competencias
emocionales abarcan desde la mejora en la autorregulación emocional y la
resolución pacífica de conflictos hasta el fortalecimiento de habilidades sociales
como la asertividad y la coope
ración. Estas competencias no solo transforman
la experiencia escolar, sino que también preparan a los estudiantes para
enfrentar los retos de la vida con mayor confianza y efectividad. Los programas
de educación emocional, al centrarse en el desarrollo i
ntegral de los estudiantes,
se consolidan como una herramienta indispensable para el éxito personal, social
y profesional en un mundo cada vez más interconectado y desafiante.
3.3.
Viabilidad e implementación de programas de educación emocional
La implementación de programas de educación emocional es un proceso
multidimensional que requiere la consideración de diversos factores para
garantizar su éxito y sostenibilidad. La adaptabilidad de estos programas a
diferentes niveles educativos y context
os socioculturales constituye uno de los
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pilares más importantes de su viabilidad. Bisquerra (2000) destaca que la
educación emocional debe diseñarse de manera flexible y contextualizada,
teniendo en cuenta las características del entorno, las necesidades específicas
del alumnado y los recursos d
isponibles en cada institución. Este enfoque
asegura que los programas sean relevantes y efectivos en contextos diversos,
desde escuelas rurales hasta instituciones urbanas con alta diversidad cultural.
Así, la adaptabilidad no solo facilita la inclusión,
sino que también maximiza el
impacto de las intervenciones en el desarrollo emocional de los estudiantes.
Otro elemento clave en la implementación exitosa de estos programas es la
capacitación docente en habilidades emocionales. Los docentes son los
principales mediadores en el proceso de enseñanza emocional, actuando como
modelos para los estudiantes en la ge
stión de sus propias emociones y en la
promoción de relaciones positivas en el aula. Panchana
-
Mosquera y Venet
-
Muñoz (2024) subrayan que la formación de los docentes debe incluir estrategias
prácticas y teóricas para desarrollar competencias como la empatí
a, la
regulación emocional y la comunicación efectiva. Estas habilidades no solo
potencian la capacidad de los docentes para implementar programas de
educación emocional, sino que también les ayudan a manejar las demandas
emocionales de su profesión, reduc
iendo el estrés laboral y mejorando su
bienestar general.
En línea con esta idea,
Gamarra, M. A.
(2024)
enfatiza que la inteligencia
emocional no es una habilidad opcional para los docentes, sino una competencia
esencial que fortalece su rol pedagógico y les permite construir ambientes
educativos más equilibrados y positivos. La formación continua en inteli
gencia
emocional también asegura que los docentes puedan adaptar las estrategias
emocionales a las necesidades cambiantes de sus estudiantes, creando un
entorno dinámico y receptivo a los desafíos emocionales qu
e enfrentan los
jóvenes en la actualidad.
La colaboración entre la escuela, la familia y la comunidad es otro aspecto
fundamental para garantizar la viabilidad de los programas de educación
emocional.
Santander
-
Salmon, E. S. (2024
)
resalta que, para que los
aprendizajes emocionales tengan un impacto significativo, deben ser reforzados
tanto en la escuela como en el hogar. Involucrar a los padres y a otros actores
comunitarios en el proceso educativo fomenta una mayor coherencia en l
os
mensajes emocionales que los estudiantes reciben y asegura un apoyo integral
para su desarrollo emocional. Este enfoque colaborativo permite que los
estudiantes experimenten un entorno cohesivo donde las competencias
emocionales son valoradas y promovid
as en todos los espacios de su vida
cotidiana.
Espinoza Jaimes, A. C.
(2023)
destaca que la implementación de programas de
educación emocional debe incluir actividades que fomenten la
participación
de
las familias y la comunidad en la vida escolar. Talleres, capacitaciones y
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reuniones conjuntas son herramientas efectivas para involucrar a todos los
actores relevantes, promoviendo una cultura educativa basada en el respeto, la
empatía y la colaboración. Esta integración fortalece las relaciones entre los
diferentes miembros de
la comunidad educativa, creando una red de apoyo que
beneficia a todos los involucrados.
U
no de los aspectos más relevantes de los programas de educación emocional
es su capacidad para generar mejoras sostenibles a largo plazo en el clima
escolar y en la prevención del acoso. Bisquerra (2000) resalta que las
competencias emocionales desarrollad
as durante la etapa escolar tienen un
impacto que trasciende el ámbito académico, influyendo positivamente en las
relaciones interpersonales y en la capacidad de los individuos para enfrentar los
desafíos de la vida adulta. Panchana
-
Mosquera y Venet
-
Muñoz
(2024) subrayan
que los programas de educación emocional no solo disminuyen las tasas de
acoso escolar, sino que también promueven una cultura de convivencia pacífica
que se mantiene a lo largo del tiempo. Esta sostenibilidad es posible gracias a la
combi
nación de formación docente, la implicación de las familias y la creación
de políticas educativas que prioricen el desarrollo emocional como un eje
fundamental del currículo.
L
a viabilidad e implementación de programas de educación emocional radica en
su flexibilidad para adaptarse a diversos contextos educativos, en la formación
especializada del personal docente y en la integración de la escuela, la familia y
la comunidad en e
l proceso educativo. Estos factores, junto con la evidencia de
mejoras sostenibles a largo plazo, consolidan a la educación emocional como
una estrategia esencial para prevenir el acoso escolar y promover el bienestar
integral de los estudiantes. Este enf
oque holístico no solo responde a las
necesidades inmediatas del entorno escolar, sino que también prepara a los
estudiantes para enfrentar los retos emocionales y sociales de la vida con
resiliencia y empatía.
4.
Discusión
La educación emocional emerge como una herramienta fundamental en la
construcción de entornos escolares más inclusivos, seguros y propicios para el
desarrollo integral de los estudiantes. La discusión en torno a su implementación
como estrategia para preve
nir el acoso escolar se sustenta en un cuerpo
creciente de evidencia que respalda su efectividad, viabilidad y sostenibilidad a
largo plazo. Este enfoque no solo responde a las necesidades inmediatas de las
instituciones educativas, sino que también tiene
implicaciones trascendentales
en la formación de individuos emocionalmente competentes y socialmente
responsables.
L
os programas de educación emocional han demostrado su capacidad para
impactar de manera significativa en el clima escolar, elemento clave en la
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prevención del acoso escolar. Campuzano
-
Ocampo et al. (2024) argumentan
que la promoción de la inteligencia emocional en los estudiantes contribuye a la
disminución de comportamientos agresivos, fortaleciendo las relaciones
interpersonales y fomentando la
empatía entre pares. Este cambio en las
dinámicas sociales dentro del aula no solo mejora la percepción de seguridad de
los estudiantes, sino que también promueve una convivencia basada en valores
como el respeto y la inclusión. De manera complementaria, l
a evidencia
presentada por Moya Carrera (2023) y Reinoso Molina et al. (2024) refuerza la
relevancia de estos programas al destacar su capacidad para transformar el
ambiente escolar en un espacio donde la cooperación y la tolerancia
predominan, mitigando a
sí las condiciones que favorecen el acoso escolar.
Un aspecto igualmente relevante es el impacto de la educación emocional en el
desarrollo de competencias emocionales esenciales para el bienestar y el
desempeño académico de los estudiantes. Bisquerra y Pérez
-
Escoda (2007)
destacan que competencias como la
autorregulación emocional, la resolución
pacífica de conflictos y la capacidad de identificar y expresar emociones de
manera adecuada son fundamentales para la formación de individuos resilientes
y empáticos. Estas habilidades no solo contribuyen a la pre
vención del acoso
escolar, sino que también preparan a los estudiantes para enfrentar desafíos en
contextos futuros. Goleman (1995) señala que la inteligencia emocional es un
predictor clave del éxito personal y social, situándola en un lugar prioritario d
entro
de las estrategias educativas. Asimismo, Saarni (2000) resalta que el desarrollo
de estas competencias durante la infancia y la adolescencia tiene efectos
duraderos, impactando positivamente en la calidad de vida y en la capacidad de
los individuos p
ara construir relaciones saludables y significativas.
L
a viabilidad e implementación de programas de educación emocional requieren
una planificación estratégica que contemple la adaptabilidad, la capacitación
docente y la colaboración entre actores clave. Bisquerra (2000) subraya que la
flexibilidad de estos p
rogramas permite su aplicación en contextos
socioculturales diversos, lo que refuerza su potencial para abordar problemáticas
específicas como el acoso escolar. En este sentido, Panchana
-
Mosquera y
Venet
-
Muñoz (2024) enfatizan la necesidad de capacitar a
los docentes en
competencias emocionales, dado que su rol es crucial para el éxito de las
intervenciones. Los docentes no solo actúan como mediadores en el aprendizaje
emocional, sino que también se benefician personalmente al adquirir
herramientas para ge
stionar las demandas emocionales asociadas a su labor
profesional (
Gamarra, M. A.
, 2024).
Esta formación integral no solo mejora la
implementación de los programas, sino que también optimiza el bienestar
general del cuerpo docente.
La colaboración entre la escuela, la familia y la comunidad se presenta como un
elemento indispensable para maximizar los efectos de la educación emocional.
Según
Santander
-
Salmon, E. S. (2024
), la implicación activa de las familias en
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las estrategias de educación emocional refuerza los aprendizajes adquiridos en
la escuela y fomenta un entorno cohesionado en el que los estudiantes pueden
practicar sus habilidades emocionales. Por su parte,
Espinoza Jaimes, A. C.
(2023) destaca que la participación comunitaria en estas iniciativas fortalece los
lazos entre los diferentes actores educativos, creando una red de apoyo que
contribuye a la sostenibilidad de los programas a largo plazo. Este enfoque
integral no solo abo
rda el acoso escolar desd
e una perspectiva preventiva, sino
que también transforma el entorno educativo en un espacio de desarrollo
humano pleno.
L
a sostenibilidad de los programas de educación emocional es uno de sus
mayores logros, dado que las competencias desarrolladas no solo generan
mejoras inmediatas en el clima escolar, sino que también tienen un impacto
positivo en la vida adulta de los estu
diantes. Como señalan Bisquerra (2000) y
Panchana
-
Mosquera y Venet
-
Muñoz (2024), los beneficios de estas
intervenciones trascienden el ámbito escolar, fortaleciendo habilidades que
permiten a los individuos gestionar conflictos, construir relaciones salud
ables y
enfrentar desafíos emocionales de manera efectiva en diversas etapas de su
vida. Este impacto a largo plazo justifica la inclusión de la educación emocional
como un eje transversal en los currículos educativos, no solo como una
herramienta de inter
vención, sino como un componente esencial en la formación
integral de los estudiantes.
L
a educación emocional no es solo una estrategia efectiva para prevenir el acoso
escolar, sino que también representa una inversión en el desarrollo humano
integral. Su capacidad para transformar el clima escolar, fortalecer competencias
emocionales, adapta
rse a diversos contextos y generar impactos sostenibles
refuerza su importancia en la agenda educativa actual. La evidencia presentada
por autores como Campuzano
-
Ocampo et al. (2024), Bisquerra (2000), y
Goleman (1995) respalda su implementación como una
necesidad prioritaria en
las políticas educativas, promoviendo no solo la prevención del acoso escolar,
sino también la construcción de comunidades educativas más empáticas,
resilientes y socialmente responsables.
5.
Conclusiones
La educación emocional se consolida como una herramienta imprescindible para
abordar el acoso escolar desde una perspectiva preventiva y transformadora.
Este enfoque, al centrarse en el desarrollo de competencias emocionales en
estudiantes y docentes, cont
ribuye a la creación de entornos escolares más
inclusivos, seguros y propicios para el aprendizaje y el bienestar integral. La
implementación de programas de educación emocional no solo reduce los
comportamientos agresivos, sino que también fortalece habil
idades como la
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autorregulación emocional, la empatía y la cooperación, promoviendo una
convivencia basada en el respeto y la tolerancia.
La adaptabilidad de estos programas a diversos niveles educativos y contextos
socioculturales garantiza su eficacia en diferentes realidades, mientras que la
formación docente en competencias emocionales resulta esencial para su éxito.
Los docentes, como g
uías y modelos, desempeñan un papel central en el
proceso de enseñanza emocional, contribuyendo tanto al desarrollo emocional
de sus estudiantes como al fortalecimiento de su propia estabilidad emocional.
L
a colaboración entre la escuela, la familia y la comunidad amplifica los
beneficios de la educación emocional al crear un entorno cohesionado de apoyo
y refuerzo. Este trabajo conjunto no solo asegura la continuidad de los
aprendizajes emocionales, sino qu
e también fomenta una cultura de convivencia
que trasciende el ámbito escolar.
L
a sostenibilidad de los programas de educación emocional garantiza que sus
beneficios se mantengan a largo plazo, transformando no solo la experiencia
escolar de los estudiantes, sino también su capacidad para enfrentar desafíos
emocionales y sociales a lo
largo de sus vidas. Integrar la educación emocional
como eje transversal en el sistema educativo representa un paso hacia la
formación de individuos más resilientes, empáticos y socialmente responsables,
sentando las bases para una sociedad más justa y a
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CONFLICTO DE INTERESES
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.